La ignorada importancia de la educación sanitaria en Chile para el manejo de la pandemia por COVID-19

Paulina López Orellana1

Introducción

Una pandemia es el aumento de casos de una enfermedad contagiosa que se expande por el mundo. Es un evento poco frecuente que compromete, en primer lugar, a quienes dirigen las políticas públicas y su manejo específico compete a la disciplina de la Salud Pública y a sus ramas asociadas (epidemiología, infectología, microbiología, virología y otras).

En efecto, la salud pública tiene como rol la protección, la promoción y la restauración de la salud a la escala de la población. Su cuerpo de conocimientos se va desarrollando a partir de epidemias y pandemias que han decimado la humanidad.

La salud pública dispone de la educación sanitaria como un instrumento único, centrado en lo humano, poco costoso, de alto impacto y fácilmente exigible a los estados del planeta. La educación sanitaria consiste en la transferencia de conocimiento de salud, desde profesionales o personas capacitadas hacia la comunidad, a través un proceso de enseñanza aprendizaje interactivo y dinámico. Sus objetivos generales pertenecen al ámbito de las políticas públicas y su financiamiento es estatal. El proceso se descentraliza en su ejecución porque se desarrolla y se completa en la comunidad con su consentimiento y activa participación. La educación sanitaria permite disminuir las brechas de inequidad en salud y es el mejor recurso para disminuir el alto gasto en salud curativa y de rehabilitación. (Chevallier, Jacques et al., 1984: 13).

Desafortunadamente, el gobierno de Chile no ha utilizado la educación sanitaria. Al contrario, desde marzo del año 2020 y mientras avanzaba la transmisión comunitaria del virus, abundaron las declaraciones erradas por parte de las autoridades, las informaciones confusas que dieron falsas esperanzas, se mezclaron conceptos epidemiológicos claves que la población necesitaba conocer con precisión para poder protegerse. Hay escritos que ilustran con ejemplos algunos lamentables errores (León, 2020: 119-124).

Aún no ha habido una campaña de información masiva que ayude a esclarecer lo que está pasando, el por qué nos enfermamos de COVID-19, en qué momento, cómo cuidarse, cuándo estamos en riesgo. Resulta angustiante saber que hay una amenaza invisible que puede matar, es difícil imaginar que solamente un microorganismo pueda ser tan letal…

La población necesita corroborar que esta pandemia no es una guerra bacteriológica entre China y Estado Unidos, que no es una noticia falsa, tampoco es una maldición a la escala planetaria, ni una venganza de la naturaleza, ni un castigo bíblico, ni una profecía cumplida… confirmar que el virus SARS- CoV-2 es real, existe, no como un ente demoníaco ni un espíritu maligno que visita e infecta durante la noche.

Estas explicaciones que se escuchan en la calle, en las filas de los bancos, de los supermercados o en los transportes colectivos, pueden tener asidero en convicciones místicas o religiosas, pero surgen desde el miedo a lo desconocido, desde el vacío de la falta de explicaciones, en este caso científicas.

El mecanismo por el cual un virus infecta, contagia y es capaz de producir un brote, una epidemia o una pandemia, se estudia en varias especialidades de la medicina y de la biología. Son conceptos y materias difíciles de aprender porque cada agente infeccioso tiene sus particularidades y sus vías de transmisión, además, cada enfermedad tiene su propia historia y evolución.

El mensaje frente a una epidemia y pandemia debe ser claro, dirigido, concreto, preciso, entendible, completo, empático, entretenido, motivador, coherente, creíble, actualizado sobre evidencias científicas. Un mensaje de este tipo ha sido sin dudas el elemento más dramáticamente faltante.

Es así como se fue forjando un sentimiento de desamparo en una gran parte de la población, especialmente aquella que no accede a información veraz y científica y se creó el lema: “solo el pueblo salva al pueblo” dando cuenta del abandono sufrido por el pueblo chileno durante la pandemia por COVID-19 desde su inicio en marzo del 2020.

El presente trabajo considera la educación en salud como una estrategia de salud pública de orden principal en la prevención de una enfermedad transmisible. El tema se desarrolla mediante una reflexión seguida de una propuesta concreta de aplicación. El objetivo es dejar planteada la necesidad y el derecho a recibir educación en salud en caso de catástrofes sanitarias similares.

Antecedentes históricos

A través de la historia, las medidas de salud pública se desarrollaron junto con la organización social y derivaron de la preocupación de los gobiernos o de los Estados por la protección de la salud y de la vida frente a grandes epidemias. Para el logro de tales objetivos las acciones de salud pública estaban asociadas a la noción de higiene y de educación sanitaria (Desrosiers y Gaumer, 1984: 183-193). Hipócrates, el padre de la medicina occidental (S.460 A.C.) destaca en uno de sus libros “Del aire de las Aguas y de los Lugares” el rol de la higiene individual y colectiva en la protección de la salud (Díaz y Gallego, 2004: 1). En América precolombina los Aztecas se destacaron por la higiene corporal pero también de las calles y fuentes de agua. En América del sur, las tribus de Brasil, Paraguay, practicaban el aislamiento en caso de epidemias.

En el siglo XIV en los estados-ciudades del norte de Italia se organizaron Consejos de Salud Pública para enfrentar la pandemia de peste bubónica, al mismo tiempo que en Europa y Asia se establecieron cuarentenas en los puertos marítimos y cordones sanitarios en las vías terrestres (Arrizabalaga, 1991:102).

La salud pública desde la óptica represiva y punitiva en el manejo de la pandemia por COVID-19 en Chile

Desde marzo del 2020 a la actualidad han pasado quince meses de pandemia en Chile. Los principios básicos de prevención se han centrado en cuatro medidas de cumplimiento individual: el uso de mascarilla, el distanciamiento físico, el lavado de manos y desde el mes de enero del 2021 se incluyó la vacunación masiva. Estas cuatro medidas son preconizadas incansablemente por las autoridades de gobierno responsables del reporte diario. En esta instancia informativa, durante todo el año 2020 estuvo presente la Subsecretaría del Delito. Ello porque hay otro grupo de normativas y medidas sanitarias que restringen libertades individuales y colectivas que son: restricción del desplazamiento por decreto de cuarentenas comunales o regionales, restricción del derecho a reunión, vigencia permanente de toque de queda a partir de las 20 o 22 horas (según las cifras de la pandemia), desde el mes de marzo del año 2020.

El incumplimiento de las medidas sanitarias da origen a sanciones que van desde multas por no uso de mascarilla hasta la detención policial. Para ampliar el espectro punitivo se estimuló la denuncia de vecinos a vecinos en caso de eventos sociales. Varias de estas denuncias tienen cobertura de prensa con la amplia exposición en la televisión o en los diarios de las y los participantes en estos eventos. La población fue sensibilizada por las autoridades sanitarias y del delito a ver a las y los infractores como enemigos y responsable de las muertes que vendrán en sus familias o en el país. Esto estimula al vecindario a ejercer, no solo delación, sino que, además, acoso callejero o domiciliario a personas infractoras. Las imágenes televisivas con protagonismo policial han copado las redes y los medios de comunicación cotidianamente a modo de “ejemplificación del castigo”.

Ha sido una gran pérdida de recursos el no utilizar la televisión ni la radio para hacer campaña sanitaria. Quizás porque el Estado no tiene suficiente control sobre los medios de comunicación de masas en caso de catástrofe. Son las empresas privadas las que financian los medios de comunicación (El Siglo, 15/enero/2020) y estas empresas aumentaron la sintonía haciendo de la pandemia un espectáculo, mostrando las infracciones con persecuciones ciudadanas, con policías en autos a toda carrera detrás de personas que no usaron mascarilla o de invitada(o)s que estaban en una fiesta clandestina. Se han grabado los videos sin consentimiento de personas de todas las edades y en todas las circunstancias: parejas tomando sol en la playa durante una cuarentena, jóvenes en fiestas en los balnearios, pobres comiendo en comedores populares, mujeres embarazadas asistiendo a fiestas, niños jugando en las plazas. Nadie quedó respetado en su derecho a la privacidad.

La prohibición, la sanción y la restricciónno son métodos de salud pública del siglo XXI para afrontar una pandemia a la escala de la población. Esto que se ha vivido en Chile es una deformación de los métodos aceptables, no solo de salud pública, sino que también, rompen con lo legal y con el respeto mínimo a las personas.

La importancia de la educación sanitaria

Las personas tienden a no obedecer órdenes sin comprender la razón. El ser humano necesita comprender lo que está ocurriendo y cómo le afecta en su vida, una comunidad requiere familiarizarse con un evento nuevo, el público telespectador necesita comprender el lenguaje técnico y el mensaje que entregan las cifras estadísticas. La comunidad necesita comprender para qué sirve en lo particular cada medida tomada y qué ventaja tiene para esa comunidad el hecho de mantenerlas en el tiempo o en diferentes lugares.

La sensibilización a un tema específico, la información, la comunicación, la participación comunitaria, la recuperación y creación de conocimientos propios, son parte del proceso de educación para la salud. La comunicación, considerada como el componente esencial y transversal de toda política pública, es un derecho humano. El mensaje comunicacional en salud debe tener un sentido para diferentes personas y grupos sociales con significados individuales y comunitarios. Por su parte, el comunicador es un facilitador, un “articulador de saberes y prácticas” (Díaz y Uranga, 2015: 125-138).

Más allá, la educación sanitaria denota preocupación y protección por parte de un estado, crea cohesión social (entre todos nos cuidamos), impulsa la solidaridad como parte de una ética de la ciudadanía rompiendo con la ética del individualismo y activando el concepto de apoyo mutuo (Cortina, 2003: 1-13).

El componente humano, de respeto, de reconocimiento a la diversidad está en las actuales corrientes de la educación sanitaria gracias a los grandes aportes de la antropología médica.

En la definición de Alessandro Seppilli (1964) que aún sigue vigente (Comelles, 2017: 171) destaca la noción de “intervención social que se propone modificar de manera consciente y continua el comportamiento para afrontar los problemas de salud”. El proceso requiere de una relación mutua y no solamente de una transferencia de flujos de contenidos.

También lo postula el sociólogo Roberto Briceño-León en su trabajo acerca de las siete tesis para una educación sanitaria con participación comunitaria, cuando afirma que sólo conociendo al individuo y sus circunstancias es posible una acción eficiente y permanente en salud (Briceño-León, 1996: 1-24).

Con el fin de aplicar los principios anteriormente enunciados, se presentan aquí algunas cuestiones metodológicas que pueden ayudar a iniciar un proceso de educación sanitaria frente a una enfermedad, en este caso causante de pandemia.

¿Cuándo y cómo impartir los contenidos?

Lo ideal es iniciar campañas de información rápida y precisa apenas se visualiza la alerta para que la población esté preparada, sepa qué hacer, no entre en pánico ni realice acciones contraproducentes, erróneas que solo hacen perder tiempo y recursos.

El primer objetivo es informar, dar a conocer y delimitar el problema, sus causas, sus consecuencias, sus secuelas, su tratamiento, las medidas de prevención y los recursos necesarios individuales y colectivos para ponerlas en acciones concretas.

Lo que sigue es la entrega sistemática, clara y precisa de contenidos básicos necesarios con participación y colaboración activa de la comunidad. Esta interacción permite abordar dudas, temores, mitos creencias y respuestas que se han validado culturalmente.

¿Qué contenidos se deben incluir?

Los contenidos se eligen según objetivos, se imparten de modo progresivo y se adaptan a las condiciones locales, a los acervos culturales y a la evolución del evento catastrófico (ver ejemplos en Figura 1A, B, C, D).

¿Qué recursos se pueden utilizar?

Recursos estatales, desde los Ministerios del área social, urbanismo, salud y educación vía las Secretarías Regionales Ministeriales (SEREMI) y luego directamente a los municipios y desde allí a los barrios a través de una red intersectorial (nivel primario de atención, escuelas, universidades), que participan en la capacitación a líderes de la comunidad para integrar el proceso de enseñanza- aprendizaje. Es difícil determinar un modelo estándar de liderazgo para este proceso, no es lo mismo una comuna rural donde la única escuela juega un rol relevante que una comuna urbana con decenas de miles de habitantes donde hay además un consultorio y varias ONG que están en el mismo territorio y cerca de las personas.

Los recursos deben ser innovadores, creativos, amplios y variados según los diferentes grupos de edad y por condición de escolaridad y actividad para los horarios (Tablas 1 y 2).

A nivel nacional, la televisión dispone de un staff de conductores y actora(e)s profesionales que pueden interpretar mensajes bajo la forma de cortometrajes, sketches, cápsulas informativas, modalidad de spots publicitarios, programación científica, dibujos animados, paneles de expertos para los diferentes grupos de audiencias (Tablas 1 y 2).

Las comunas disponen de profesionales de las instituciones del estado, del voluntariado estudiantil técnico y universitario para diseño gráfico, distribución de folletos o cartillas en domicilios, equipos profesionales de radio comunal, zooms municipales para encuentros comunitarios. Disponibilidad de lugares para la información: juntas de vecinos, bibliotecas, casas de la cultura, farmacias, colegios, consultorios.

¿Quiénes transmiten y comunican?

Personal de salud, personas capacitadas previamente por la SEREMI vía Municipalidad, líderes sociales, docentes, estudiantes, vecina(o)s, artistas. El voluntariado debe ser reconocido con una debida certificación. Las remuneraciones y el financiamiento de medios audiovisuales deben estar a cargo del estado. Las adaptaciones del mensaje y recursos de comunicación que requieren los grupos específicos en cada territorio (Tablas 2 ABCD).

Finalmente, Chile, después de tantos meses sin resultados epidemiológicos óptimos, aparece como un caso paradójico y un ejemplo de fracaso. Esto porque desde el inicio de la vacunación, las Unidades de Cuidados Intensivos se han puesto al borde del colapso a causa del aumento sostenido de contagios con aumento de formas críticas de la enfermedad, hay 40.802 fallecidos (Ministerio de Salud, 20/junio/2021:20). Las medidas restrictivas no han disminuido, sino que han aumentado. Las personas se encuentran agotadas, en condiciones de carencia económica, la enfermedad y el duelo golpean a miles de familias en Chile. Hay gran pérdida de confianza en el gobierno y sensación de maltrato económico y sanitario.

En todas las edades se presenta aumento de trastornos de salud mental y otras morbilidades. Enferma(o)s crónicos han interrumpido tratamientos y exámenes, mujeres que no han acudido a sus consultas preventivas, niña(o)s han interrumpido la escolaridad por falta de recursos y de conectividad, personas mayores han enfermado, trabajadora(e)s han sido despedida(o)s, jubilada(o)s y trabajadora(e)s han utilizado sus fondos de pensión para hacer frente a los costos de sus necesidades y al alza de los alimentos, de insumos básicos como el gas, la bencina, los materiales de construcción. Las ollas comunes y los campamentos aumentan día a día, la desnutrición infantil aumenta significativamente. La violencia campea en algunos barrios y regiones. El narcotráfico sigue, se exhibe y se adapta a la pandemia.

CONCLUSIÓN

Desde los tiempos más remotos, la salud pública ha sido un pilar para gobernantes responsables de preservar y proteger la vida de los habitantes de sus pueblos.

La omisión de la educación en salud es un error importante en contexto de catástrofe sanitaria porque viene a agravar sus consecuencias y la pandemia por COVID-19 deja lecciones claras en este sentido.

Ahora que los cambios en el ecosistema por daños medioambientales obligan a estar preparados para futuras catástrofes, debemos exigir al Estado, nuestro derecho a la comunicación y a la información dentro de un proceso participativo de educación sanitaria.

No podemos renunciar a estos derechos. Decir que “el pueblo cuida al pueblo”, es un gran principio de ciudadanía, pero el pueblo debidamente educado en situación de pandemia sin duda cuida mejor.

Tabla 1.- Propuesta para adaptar contenidos de un programa de educación sanitaria en pandemia, según grupos de edades y sus contextos más frecuentes.

Tabla 2 (2A; 2B; 2C; 2D) Variables y grupos de la población a considerar mediante contenidos específicos y adecuados en un programa básico de educación sanitaria por pandemia.

2A

Tipo y sector de actividad
Dueña(o) de casa
Trabajadora (e)s por cuenta propia, sin protección laboral o institucional: -Comerciantes ambulantes
-Turismo
-Artes y cultura
-Comercio sexual
-Choferes y distribuidores
-Servicios a domicilio

2B

Condición socioeconómica
Clase media
Pobreza
Indigencia
En la comunidad se pueden adaptar contenidos según dos niveles de escolaridad: -Superior completo y secundario
-Básico primario y sin escolaridad.

2C

Condición socio cultural
Pueblos indígenas
Comunidades inmigrantes
Comunidades religiosas
Otras comunidades

2D

Condiciones particulares de vulnerabilidad
Personas con adicciones
Mujeres gestantes
Personas de calle
Enferma(o)s crónicos sin control
Personas con capacidades disminuidas (postrados, dependientes)
Turistas en tránsito
Personas desplazadas.

Figura 1 (A, B, C, D). Ejemplo de contenidos básicos y necesarios para iniciar el camino a la prevención y disminución del contagio individual, familiar y comunitario de COVID-19.

Cápsula informativa básica A “Lo que ocurre”

-¿Qué es una pandemia?

-¿Ha habido otras pandemias en el mundo?

¿Cuál es la diferencia entre pandemia y epidemia?

-¿Qué es un virus?

-¿De qué se trata el SARS- Cov-2?

– ¿Cómo saber si existe? ¿Cómo saber si no es un virus fabricado en un laboratorio?

– ¿Cómo se transmite el SARS- CoV-2?

-¿Cómo es la enfermedad COVID-19?

Cápsula informativa básica B “El agente viral”

– ¿Los virus mutan?

– ¿Por qué mutan?

– ¿Cuánto pueden llegar a mutar?

– ¿Qué se sabe del SARS-CoV-2 respecto de sus mutaciones?

-¿Por qué se habla de variantes y a veces de mutaciones?

-¿Cómo controlar el peligro de mutaciones?

Cápsula informativa básica C “La salud Pública”

-¿Qué es salud pública?

-¿Qué es la prevención, la promoción y la protección de la salud?

-¿Qué es un caso, un contacto?

-¿Qué significa PCR?

-¿Por qué usar mascarillas?

-¿Por qué lavarse las manos es importante?

-¿Por qué el distanciamiento físico es importante?

-¿Qué significa trazabilidad?

Cápsula informativa básica C “La salud Pública”

-¿Qué es salud pública?

-¿Qué es la prevención, la promoción y la protección de la salud?

-¿Qué es un caso, un contacto?

-¿Qué significa PCR?

-¿Por qué usar mascarillas?

-¿Por qué lavarse las manos es importante?

-¿Por qué el distanciamiento físico es importante?

-¿Qué significa trazabilidad?

Cápsula informativa básica D “La percepción del riesgo”

-¿Qué es el riesgo?

-¿Qué es un grupo de riesgo?

-¿Qué significa contagio comunitario?

-¿Cuáles son las principales situaciones de riesgo?

-¿Cómo evitar las situaciones de riesgo?

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Arrizabalaga, Jon (1991): “La Peste Negra de 1348: Los orígenes de la Construcción como Enfermedad de una Calamidad Social”,en Dynamis. Consulta del 22 de mayo 2021: http://www.raco.cat/index.php/Dynamis/article/view/105920/149495

Briceño-León, Roberto (1996): “Siete tesis sobre la Educación Sanitaria para la Participación Comunitaria” en Cadernos de Saúde pública. Consulta del 8 de junio 2021: https://www.scielo.br/j/csp/a/tddjJnPbMGtFYsCvxv9JLNw/?format=pdf&lang=es

Cortina, Adela (2003): “Conferencia: Ética, ciudadanía y modernidad”. Universidad de Valencia. Consulta del 20 de junio 2021:

https://es.scribd.com/doc/153995567/Conferencia-Etica-Ciudadania-y-Modernidad

Chevallier, Jacques et al. (2006): Les Cahiers de Médecine Préventive et Sociale. París : Maloine S.A.éditeur.

Comelles, Josep M et al. (2017): “Educación Sanitaria y Antropología Médica en Europa, el Caso de Italia y España” en Salud Colect. Consulta del 22 de mayo 2021:

https://www.scielosp.org/article/scol/2017.v13n2/171-198/es/

Desrosiers, Georges y Gaumer, Benoît (1984) . « Les Débuts de l’Éducation Sanitaire au Québec » en Canadian Journal of Public Health / Revue Canadienne de Sante’e Publique. Consulta del 10 de mayo 2021:

https://utpjournals.press/doi/pdf/10.3138/cbmh.23.1.183

El Siglo (15/01/2020):” Todo Igual. Extranjeros y multimillonarios son dueños de la televisión chilena. En Diario El Siglo. Consulta del 23 de junio 2021: https://elsiglo.cl/2020/01/15/todo-igual-extranjeros-y-multimillonarios-son-duenos-de-la-tv-chilena/

Díaz, Hernán y Whashington, Uranga (2015): “Comunicación para el fortalecimiento comunitario en Salud”. En Jaime, Llambías (ed.), La Enfermedad de los Sistemas de Salud. Miradas Críticas y Alternativas”. Santiago: RIL editores.

Díaz, José y Gallego, Bárbara (2004): “Hipócrates y la medicina científica” en Revista Cubana de Medicina General Integral. Consulta del 22 de mayo 2021:

http://scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0864-21252004000300013

León, Gabriel, ed. (2020): Pandemia. Santiago: Editorial Sudamericana.

Ministerio de Salud de Chile (21/06/2021): “Informe epidemiológico 131, Enfermedad por SARS-CoV-2 (COVID-19). Consulta del 24 de junio 2021:

1 Dra. en Salud Pública, correo electrónico: paulopezore@gmail.com

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